Autopublicar es un proceso que requiere la implicación total del autor, no tan solo en la escritura del manuscrito sino también en todos los procesos posteriores. Uno de ellos es la portada. Hay personas que odian tener que realizar estas tareas. A mí, sin embargo, me divierte.
A la hora de crear la portada, uso la aplicación online CANVA (ya os lo conté aquí). Es fantástica porque tiene plantillas según el tipo de libro y te permite jugar con ellas. Pero hoy no vengo a hablaros de este apartado técnico, ni de herramientas. Hoy os voy a hablar de algo más artístico.
A la hora de crear portadas, creo que en general, se pueden escoger dos vías: por un lado, crear una portada que sea simbólica, que represente el concepto del libro, aunque no aluda a ningún pasaje concreto; por otro lado puedes crear una portada más literal, que represente un fragmento del libro, o una acción que suceda en el mismo y que sea muy representativa. A mí, personalmente, me gustan mucho más las portadas conceptuales. Por ejemplo esta: